La Pregunta

Una de las cosas que me ha enseñado la experiencia es a borrar de mis médulas esa coletilla que todos tenemos serigrafiada en nuestros protocolos, esa pregunta fatal, ese “HOLA… ¿Qué TAL?”.

Me he jurado y perjurado que no lo utilizaré a no ser que el conocido que me encuentre venga en silla de ruedas, muletas, cabestrillo o puntos en zonas visibles pues por la obviedad de las lesiones el disimulo resultaría cruel.

Todo lo que sea encuentro arbitrario con conocido ha de resolverse con un : “bienytu” todo seguido y de pura cortesía si no queremos que la situación se complique hasta extremos insospechados.

Debuté pronto en contestaciones no deseadas; en la adolescencia   familiar de andar por casa. Los sábados por la mañana sin ir más lejos, uno se levantaba con su mejor cara y se iba encontrando con familiares a medida que avanzaba por las distintas estancias de la casa. Se daban los buenos días cortésmente, “hola, ¿qué tal?”:

-Mi madre, en la cocina: “Vaya horas de levantarse, ni que esto fuera un hotel”

-Mi hermano, en su habitación: “Uffff… no me grites, que ayer llegué tarde”

-Mi hermana, en su habitación: “Pues mal, ¿no lo ves?”.

Total que cuando uno llegaba al salón y se encontraba con su padre ya no decía nada por si acaso y entonces se oía una voz atronadora que decía aquello de: “Que pasa, ¿ya no se saluda por las mañanas?, os levantáis como cabestros leche”.

 

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Pero lo peor fue llegando con la madurez, con la versión largometraje de respuesta; cuando ya la vida empezaba a hacernos jugarretas de estas que merecían ser contadas   al primer incauto interesado. Y allí estabas tú, cometiendo la torpeza de saludar a ese conocido que venía de frente por la calle principal: “Hombre Fulanito … ¿que tal?”…. Pero por favor, ¿ a que viene ese culebrón oral?. Se tardó menos en dividir el átomo que este tipo en contestar a dos simples palabras. Y eso que al principio uno intenta ser amable y colar alguna interjección o artículo que indique que la conversación no se ha cortado pero ante la imposiblilidad de meter baza lo cual cierra la posibilidad de despedirte, uno empieza a mirar el reloj desesperado y a la media hora de escuchar aquella cascada de de acontecimientos dramáticos, enfermedades, divorcios, depresiones, etc, uno ya no puede mas y decide cortar por lo sano: “Bueno majo, pues me alegro de que todo vaya bien, hasta luego”.

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Y es que estoy hasta los cataplines de ser educada y preguntar. No sé que pasa últimamente que cada vez que pregunto ha muerto alguien. Vamos, que vivo en un séptimo y subo andando por no coger el ascensor; que me da miedo encontrarme en ese reducido espacio a un vecino y preguntarle que tal las vacaciones: “Pues falleció mi madre en Agosto”- uno-, “Bue, pues no he tenido, porque ingresaron a mi suegra y está fatal” –otro- , “Pues tirandillo, aunque mi tío esta en las últimas el pobre”- el del 3º-. Y de la que llega a su piso y se baja ahí estoy yo con mi mejor frase de consuelo: “Bueno, pero por lo demás bien noooooo?”.

 

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Y no escarmiento oye, con la edad que tengo y aun sigo preguntando a pesar de arrepentirme de hacerlo antes de terminar de formular la letal cuestión. ¿Y que me decís de cuando recibimos esta pregunta por WhatsApp, eh?; que momento de pavor mirando la pantalla.

En fin, creo que esto puede ser fruto de un segundo análisis que dejaremos para futuras entregas que ya me estoy enrollando demasiado.

Kill Bill

Kill Bill

 

 

Comentarios

  • KillBill

    septiembre 9, 2015

    Jajaja.
    Lo ves??? Mejor ser una KillBill de la vida e ir dando katanazos a diestro y siniestro.
    Mucho mejor si la señorita hubiera contestado: «Si, caballero… preguntar es ofender. Hastalue…»

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  • Helio

    septiembre 9, 2015

    Aquí no va a ir a Roma ni dios ..

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  • yo

    septiembre 10, 2015

    ¿Kill Bill? ¿Roma? ¿Dios? olakase

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